lunes, 30 de marzo de 2015

Capítulo 6

Lizzie me iba a poner al tanto del pasado de Mike Johnson como agente de Pinkerton cuando le informé de lo que había ocurrido en la oficina del marshal.

- Cuando llegó a la ciudad no hizo falta que nos contara que había sido un Pinkerton- indicó Lizzie-. La mayoría de los empleados de seguridad que contrataba el ferrocarril que se estaba construyendo desde Forth Worth hasta Denver aquellos días procedían de la Agencia. Johnson respondía claramente al tipo: duro, fuerte, seco y eso sin contar su marca de nacimiento, esa mancha morada que le recorría la parte izquierda de la cara y daba cierto aire amenazador a su mirada.

La Agencia de Detectives Pinkerton llevaba el nombre de su fundador, Allan Pinkerton, un emigrante escocés que se estableció con su madre en los Estados Unidos después de que su padre, policía, muriese en una manifestación en su país natal.

Pronto puso de manifiesto en diferentes ocasiones su astucia y su sagacidad lo que hizo que pasara de ayudante de sheriff a convertirse en el primer detective privado en Chicago y, posteriormente, montar su propia agencia de detectives.

Su fama creció y fue consiguiendo cada vez más importantes y lucrativos contratos con las principales víctimas de los asaltos criminales de la época: banqueros, y compañías mineras y de ferrocarril. Pronto el logotipo de la Agencia, un ojo vigliante con el lema “We Never Sleep”, se hizo famoso en buena parte del país.

También se granjeó la confianza de militares y políticos, por lo que el difunto Presidente Lincoln utilizó sus servicios como jefe de su servicio de espionaje durante la Guerra de Secesión.

El éxito de la Agencia trajo como efecto un importante aumento del número de detectives contratados por la misma, lo que inevitablemente hizo que alguna de sus incorporaciones no fuesen catalogables precisamente como trigo limpio.

La Agencia se vio envuelta en algún episodio turbio, especialmente durante su persecución de la banda de Frank y Jesse James. Una noche varios miembros de la Agencia rodearon una casa donde supuestamente se encontraban ambos hermanos y quemaron la misma para hacer salir a sus ocupantes.Finalmente solo la anciana madre de los James se encontraba en la casa y estuvo a punto de morir en el asalto.

Este y otros incidentes hicieron que la inicialmente buena fama de la Agencia Pinkerton en sus investigaciones contra los criminales más buscados del país, se fuera poco a poco transformando para la opinión pública en la concepción de los Pinkerton como un grupo armado que vendía sus servicios al mejor postor.

- Bueno- le dije a Lizzie-, ahora sabemos por donde empezar. Hay que tratar de averiguar si alguno de nuestros tres amigos de la partida tuvo algún choque con los chicos de Pinkerton en el pasado que pudiera llevarle a desear hacer la justicia por su mano en la persona de uno de sus antiguos agentes.

- Bien- contestó la anciana-, pero además seguiré tratando de saber algo más del pasado de Johnson. Para entrar en la Agencia debía tener algún “mérito” previo, alguna hazaña que le garantizara su aceptación como detective, pues no es fácil ser admitido en la nómina de esa Compañía.

Como casi siempre, Lizzie tenía razón; tendríamos que seguir investigando a Johnson y no sólo al resto de sospechosos.

- Por cierto-añadió-. He estado haciendo averiguaciones sobre uno de nuestros amigos de la partida, Paddy Rafferty.

Rafferty era un emigrante de origen irlandés de alrededor de cincuenta años, tenía la piel pálida, cabellos de un negro intenso y unos ojos de un color azul oscuro, además de una constitución propia de un jugador de ese deporte que empezaba a ponerse de moda en algunas universidades del país, llamado “football”, que era una derivación del rugby que se jugaba en las Islas Británicas. De hecho, comenzaba a ser habitual que entre los diferentes espectáculos que se organizaban alrededor de las cada vez más concurridas ferias de ganado a lo largo del país, se disputaran encuentros de “football” entre diversas universidades. 

De un metro noventa de estatura y extraordinariamente ancho de hombros, ello le hacía el peón ideal para trabajar en el rancho del Sr. Wilson, que se extendía al sudoeste de la ciudad. Wilson le contrató nada más llegar a Tascosa hace unos siete años.

- Rafferty -continuó Lizzie- llegó a Tascosa procedente de Pensilvania, donde estuvo trabajando como minero en la ciudad de Shenandoah.


Recordé que uno de los pocos amigos que conservaba en el despacho de mi familia, Richard Walker, trabajaba en la oficina que la firma tenía en la ciudad más importante de ese Estado, Filadelfia, y decidí enviarle una carta para ver si podía averiguar algo sobre el paso de nuestro amigo Rafferty por Pennilvania que nos pudiera resultar de utilidad.

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